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El lince llega a los 1.668 ejemplares: la mitad del camino para dejar de estar considerado en peligro
19 de Mayo de 2023

El lince ibérico (Lynx pardinus) continúa su expansión y va de récord en récord. El último censo, publicado este viernes, eleva a 1.668 ―1.105 adultos o subadultos y 563 cachorros― el número de ejemplares en libertad en 2022, con 300 individuos más que el año anterior. Esta cifra sitúa a la población del felino a medio camino de que pueda ser catalogada como totalmente viable y fuera de peligro, indica la organización conservacionista WWF. La especie, todavía en peligro de extinción, alcanzará un estado de conservación favorable cuando el censo logre situarse entre 3.000 y 3.500 individuos con 750 hembras reproductoras ―en la actualidad, hay 326―. Queda trecho por recorrer, pero los resultados invitan al optimismo, dado que en el inicio del programa de recuperación, hace 20 años, tan solo sobrevivían 94 linces en libertad en la península Ibérica, en dos rincones separados de Andalucía (Doñana y la sierra de Andújar). Estaba a un paso de irse a pique.

El grupo de trabajo del lince que coordina el Ministerio para la Transición Ecológica destaca en el informe anual de seguimiento la tendencia al alza continuada de la especie desde 2015, pero observa “el aumento significativo” con cautela debido al grado de amenaza que todavía soporta. En total, se han contabilizado 563 nacimientos en 2022, con una productividad global ―número de cachorros nacidos por hembra reproductora― de 1,72.


En la península Ibérica existen 15 núcleos con presencia estable de ejemplares, la mayor parte de ellos se localizan en España, menos uno situado en Portugal, en el valle del Guadiana, con 261 individuos. Las zonas con más abundancia de ejemplares se encuentran en el entorno de Sierra Morena, con 782 linces; los Montes de Toledo, con 272; el valle del Guadiana, en el que viven 261 individuos, y el área de Matachel, en Extremadura, que acoge a 138. España cobija al 84% de la población total, y Andalucía es el lugar que alberga mayor cantidad de linces, seguida por Castilla-La Mancha y Extremadura.

“Es sorprendente el éxito de la población de los montes de Toledo, que ha conseguido 53 hembras, igualando al área de Andújar, y de la de Portugal, donde se han contabilizado 49 hembras”, señala Ramón Pérez de Ayala, responsable del lince en WWF. Es muy buena noticia, “porque significa que hemos logrado poblaciones grandes″, añade. La clave del éxito es la abundancia de conejo, fundamental en la dieta del lince, y hay muchas áreas donde el herbívoro casi ha desaparecido atacado por plagas diversas, y su recuperación es complicada.

La línea ascendente de la especie solo se puede mantener con la creación artificial de nuevos emplazamientos de reproducción del lince. “El problema con la dispersión natural es que se tiene que dar la casualidad de que un macho y una hembra se encuentren en el mismo lugar y de que, además, sea la época de celo”, explica Pérez de Ayala. En ocasiones, han observado como una hembra permanecía tiempo en un territorio nuevo y pensaban “esta va a ser una buena zona”, pero cuando llegaba el celo regresaba a su lugar de origen al no encontrar pareja. En 2022, echó andar una nueva área de reintroducción en Sierra Arana (Granada) y Lorca (Murcia) recibió a tres ejemplares en febrero de este año. Se está trabajando en localizar terrenos propicios en Castilla-La Mancha o Madrid, “pero lleva tiempo”, puntualiza el experto de WWF.

Mientras los humanos sondean las posibles zonas de reintroducción, los linces hembra en libertad sorprenden, de tanto en tanto, criando en lugares tan inverosímiles como dentro de una caja de madera en un cortijo habitado en el valle de Matachel (Badajoz), ante la sorpresa del propietario. O en el pajar en desuso de una finca privada de Ciudad Real, en Sierra Morena, que han convertido en un paritorio habitual y que este año han compartido una madre y su hija para tener a sus camadas.

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